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jueves, 10 de diciembre de 2015

LO QUE QUEDO DE LO NUESTRO Y LO QUE SEGUIRÁ

(Segunda parte: Después de ese día)
MIGUEL ÁNGEL GARCÍA ORTIZ

Manejaba mi bicicleta en dirección hacia mi casa, no dejaba de mirar ese cubo de papiroflexia que me habías dado, iba distraído pensando qué había hecho, ¿acaso era demasiado tarde? ¿Habría una solución mejor, a la que había tomado? ¿Comprenderías, el por qué lo había hecho? Eran preguntas que rondaban mi mente, en todo el trayecto hacia mi casa repetía cada una de ellas, el camino se me había hecho eterno, había perdido la noción del tiempo, no estaba en este mundo, no era yo el que estaba pensando, no sería el mismo desde ese día; todo habría cambiado desde el momento en que te di la tercera carta.

 No dejaba de pensar en todo lo habíamos pasado tu y yo, recordaba desde cómo me lo propusiste, recordaba esas dos noches en las cuales llore mientras te decía algunas situaciones que pasaban en mi vida, recordaba cada conversación que habíamos tenido, recordaba tu voz, esa voz que ahora me resulta tan irritante, molesta, chocosa; pero antes me resultaba la voz más espléndida que había conocido.

¿Cómo llegue a casa? no lo sé, solo puedo asegurar que ese día no era yo el que hablaba, el que respiraba, el que vivía; había alguien dentro de mí, alguien que me reclamaba a cada segundo de cada minuto dentro de todas las horas que pasaron, ¿por qué lo había hecho?, -me preguntaba- ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué tomaste esa decisión?, ¿por qué no lo pensaste antes?, ¿por qué no esperaste a calmarte?, ¿por qué te adelantaste a tomar esa decisión? Cuando por fin me quede sólo esa tarde, era de esperar, le respondí a esa voz que me seguía planteando las preguntas: lo hice porque no amo a esa persona y esa persona no me ama, tome esa decisión porque no  iba a permitir que me vieran la cara de tonto, claro que lo pensé durante dos días por eso tome esa decisión, ¿calmarme cuando me habían traicionado?, a poco tú que estás leyendo, ¿te calmarías al saber que la persona que amas se atrevió a engañarte? ¡claro que no te calmarías!, claro que no me estaba adelantando a tomar una decisión acertada.

Pero esa decisión me había destrozado la vida, había acabado con mi felicidad. ¿Te amaba o te odiaba? esa pregunta se respondería después de un tiempo, solo un poco de tiempo y las cosas se aclararían. Pero mientras estaba en ese cuarto vacío, y me preguntaba: ¿con quien estaba enojado, contigo o conmigo mismo? ¿Por qué permitiste que pasara lo sucedido? ¿Por qué no me detuviste, sabiendo que lo nuestro era prohibido? ¿Por qué fuiste tan egoísta, y solo pensaste en ti? eran preguntas que estaban dentro de mí mente; pero ¿a quién se las planteaba, a ti o a mi mismo? Destrozando mi conciencia mi voz interna me reclamaba por haber alterado mi código moral, ¿por qué pase por alto los consejos que había adquirido inmerecidamente? Sí, la decisión de amarte o quererte amar (por que ahora estoy seguro que lo nuestro solo fue una ilusión), me había destrozado la vida, yo mismo al declararte mis sentimientos había terminado con mi vida, yo era el culpable de todo.

Aún permanecía en el suelo, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos, parecía un crio cuando extravía su juguete más preciado, y eso era lo que pasaba, yo había perdido a un juguete (porque así te veía yo [como un juguete], y tú lo sabias, tal vez por eso decidiste estar con "David", sin darte cuenta que él también te ve como un juguete).
Pareciese que no diferenciaba entre estar en un campo de flores y estar entre la mierda. ¿Por qué me aferraba a lo segundo? ¿Por qué lloraba por ti? esperaba una llamada tuya donde me pidieras que no te dejara, que te diera una segunda oportunidad, pero no, nunca llego, porque en esta historia el malo soy yo.
Veía el celular, esperando que por una o por otra razón marcaras a mi número, enfurecí - ¡marca maldita sea!, ¡no dejes que el orgullo te venza!- gritaba golpeando la pared entre lágrimas y debes cuando se me salía tu nombre - es el momento apropiado, para demostrarme que realmente me amas, es el momento para darme la señal de tu existencia, de tu amor- gritaba a la vez que veía como de mis nudillos brotaba un poco de sangre de tanto golpear la pared. Me aferraba a tu amor de mierda, que al final de cuentas no significaba nada, ni para ti, ni para a mi, pero hay veces que te acostumbras, hay veces que amas lo que parece desagradable, y odias lo que para otros les resulta lo más agradable. No, no resistí más, hice tantas locuras esa tarde que ahora me resultan tan dolorosas de recordar.
 
Al días siguiente, sábado 9 de mayo, recibí lo que un día antes esperaba, un mensaje tuyo, un mensaje donde decías que habías leído las tres cartas, y que dos de ellas eran de lo más hermosas, y que la tercera carta era la más horrible que hallas leído y que lo último que decía esta carta te había dolido tanto, lloraba mientras leía cada una de tus palabras, quería irte a buscar, pedirte perdón, pedirte una oportunidad más para darte mi amor, un amor que nunca ha existido, un amor que siempre ha sido una grandiosa mentira de mi parte y de tu parte, las lágrimas que salían de mí no significaban nada, pero extrañaría tanto llamarte a la misma hora, todos los días, saber que tal vez esperabas con desagrado mi llamada causaba dentro de mí un estado de culpa, culpa porque, nunca sabría que sentías tu por mí en realidad, culpa porque dentro del mensaje que me mandaste me pedías  que no te dejara, culpa por que tal vez tu si querías que pasara más tiempo contigo, tal vez querías que compartiera contigo el dolor que llevo dentro de mí, un dolor del cual tu sabes la causa, tal vez tu querías arreglar mi mundo gris del cual tanto he sufrido, tal vez tu si me amabas, y yo lo único que había hecho contigo fue jugar a estar enamorado.
Que horrible aniversario, decía tu mensaje. Dentro de la tercera carta que te di, decía que no podíamos ser amigos, porque después del amor no hay nada más, solo queda culpa entre los dos. Pero tú me pedías ser tu amigo, que siguiera existiendo la amistad por la cual te conocí. Pero no, las amistades después de estar enamorados no funcionan, uno ve dentro del otro los errores que cometió para ahora estar separados, lejos uno del otro.

Todo el fin de semana pensé en lo nuestro, pensaba desde el 10 de abril hasta, ese domingo 10 de mayo, nuestro primer mes, había pasado ya un mes desde aquel accidente que paso entre tú y yo, un accidente que costó no solo mi reputación, no solo el concepto que muchas personas tenían de mi hasta ahora [ese concepto cambiaría desde ahora], pero no solo eso costo, también costo un desequilibrio mental, un estado de alucinación, un desencadenamiento de varias acciones de locuras, me encontraba en un estado de trance, un estado del cual me provocaba una confusión, estaba tan perdido, no sabía qué decisión tomar, estaba confundido de entre elegir ser homosexual, o ser heterosexual como debía de ser, porque eso me habían enseñado, porque me habían educado sabiendo que la homosexualidad no es aceptable, no es normal ser homosexual.

Si, estaba confundido, entre seguir amándote u olvidarte mi niño. Tú, alguien tan distinto en pensamiento, en actitud, tan distinto en educación, pero tan parecido biológicamente, tan semejantes físicamente. Si éramos hombre y hombre, y no sabía que tan aceptable era lo nuestro, por eso te deje, por miedo al qué dirán de mí, por miedo de perderlo todo, al reconocer que le había fallado a una sociedad que me había moldeado a sus enseñanzas, tenía miedo de perder a una familia espiritual que tanto me quiere, y que tanto quiero...


sábado, 10 de octubre de 2015

LO QUE QUEDO DE LO NUESTRO Y LO QUE SEGUIRÁ

LO QUE QUEDO DE LO NUESTRO Y LO QUE SEGUIRÁ

(Primera parte: los verdaderos 28 días)

Miguel Ángel García Ortiz

Hoy hace medio año, [que rápido pasa el tiempo (seis meses ya)], te dije lo que sentía por ti muy dentro de mí, decidimos comenzar algo que duraría muy poco tiempo, en realidad menos de un mes, porque te deje dos días antes de que cumpliéramos un mes de nuestra secreta relación. Y a pesar de solo los 28 días que duro nuestro amor, creo que fue suficiente para darme cuenta que eres la persona ideal para mí. Pero no podemos estar juntos, porque somos tan iguales, pero a la vez tan distintos, (solo tú sabrás porque lo digo).
En realidad si te amo, pero el amor no es para nosotros dos, tu amas por lo estético, yo amo por los sentimiento, yo no tengo ese aspecto tan estético que buscas, así como tú no tienes los sentimientos que busco para mí. Pero lo intentamos, y creo que funciono, hasta que yo cometí el gravísimo error de darte mi postura de lo que estábamos haciendo, y decirte que "nada es para siempre" y con un estúpido <lo siento>, terminar diciéndote: -es lo mejor para los dos seguir nuestro propio camino, tu a la derecha yo a la izquierda-. Sin darme cuenta que te seguía como un perro, en cada paso que dabas y aun lo sigo haciendo. ¿Por qué no te puedo dejar, cuando irónicamente yo te deje partir? (risa irónica). ¿Qué puedo hacer?
Mas sin en cambio recuerdo las veces que te dije un te amo sincero, porque realmente te amo, pero lo siento, sé que tú no me amas, ¿o será a la inversa, tú me amas, pero tal vez sea yo el que no te ama?; la respuesta siempre será un misterio. Lo cierto es que tú tratas de olvidarme, así como yo trato de olvidarte. Pero no podemos hacerlo, la verdad es que yo aunque luche, a capa y espada no podré olvidarte nunca porque tú marcaste mi vida, y esa marca perdurara aun para siempre.


Recuerdo aun como comenzó todo, una pregunta llevo a otra, esa pregunta llevo a la propuesta, te dije que lo pensaría, ¿pero qué pensaría?, si sabía lo que realmente quería y lo que deseaba era estar contigo, y la respuesta fue sí. A pesar de todos los obstáculos que tenía por delante, tenía planes que compartir contigo. El primero sería que saliéramos a la calle tomados de las manos, abrazarnos fuerte y con tanto cariño que las personas sentirían celos de nuestro amor, ser una pareja como cualquier otra.

Recuerdo la vez que te confundí con mis palabras y hasta cierto punto te dije la verdad, sentí que te había perdido tan pronto; que tuve la necesidad de marcarte, llore porque te amaba de verdad, y tu lloraste conmigo, que linda noche, en ese momento lo eras todo para mí, te había entregado todo y me di cuenta que sin ti la vida no tiene sentido.
No podía estar un minuto sin saber de ti, te buscaba por donde pudiera encontrarte. Y había veces que te hallaba, en otras ocasiones sin espacio para mí, que te tenia que dejar y otras veces que me moría por no a verte encontrado, ni siquiera te preocupabas por contestar o regresar la llamada.


El primer día que por fin te vería, sería un lunes, y seria en la escuela, me levante temprano, fui el primero en llegar a la escuela, y no sabía cómo reaccionaría al verte, hasta que te vi, mis ojos se iluminaron al verte, tan lejos y tan cercas de mí. Un suave -hola- salió de mi boca, y respondiste -hola, me espantaste- y seguiste caminando, te seguí y pregunte -¿por qué?- seguías caminando y respondiste -porque no te había visto, que estabas ahí- que palabras tan claras y cortante, poco dulces, y no las que esperaba, ¿pero qué podía esperar de ti?,  no lo sé.
¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿Cuántas veces te había marcado diariamente a la misma hora?, ¿Cuántas conversaciones habíamos tenido hasta ese día?, no bromeabas cuando dijiste que eras un libro abierto, muchas conversaciones  me habían aburrido, y sinceramente lo puedo resumir con las siguiente palabras: <bla, bla, bla> eso escuchaba de ti. Pero no te sientas mal porque también supe cosas de ti, por ejemplo, de ese amor que te marco, de lo que hicieron juntos, y de lo que planeaban hacer los dos, me confesaste también que otra persona te atraía, y tú también supiste cosas de mí, de las cuales pude contarte más, pero nunca callabas.
Pero bueno, todas esas conversaciones no recuerdo si fueron antes o después, pero aún recuerdo ese día. Me acerque a la cooperativa de la escuela, pregunte cuanto valía un chocolate (que lleva como nombre un Rey), lo compre y lo metí al bolsillo de mi sudadera, voltee a mirar a mi alrededor, por si te veía, pero no te visualice, camine hacia el salón y lo metí a mi mochila, no sabía cómo entregártelo, hasta que te lo di, nervioso, templando e incluso sudando. Creo que notaste que me sonroje al dártelo (gracioso pero cierto), eras la primera persona que recibía algo, que podía significar más que una amistad o solo un afecto <significaba un compromiso contigo> (algunos sabrán de lo que hablo). Me miraste y mi sonreíste y creo que me dijiste gracias, no lo recuerdo, pero creo que tu mirada dijo todo lo que tenías que decir, ósea nada. Esa mirada tan silenciosa que tienes, tan fría, pero tan perfecta al mismo tiempo.
¿Cuántas veces te invita salir? y tal vez no era el lugar apropiado para dos enamorados, pero al menos estaríamos juntos; y ¿Cuántas veces no hubo espacio en tu apretada agenda? tal vez tengas razón, tenías cosas con más prioridad, incluso más importantes; y esa fue tu excusa, bien, ¿Pero por qué fui yo siempre el que te tuvo que marcar, o mandar mensajes? ¿Por qué te acostumbraste a eso? yo siempre esperaba una señal de tu existencia, una razón para creer que realmente me amabas, pero nunca llego nada. Yo te valore, te aprecie, te demostré que te amaba, mientras tú te callabas y te quedabas con los brazos cruzados viendo como me desgastaba y desvivía por ti. Eso es lo que más duele.


Pero hay una razón más de peso, para considerarte la peor persona del mundo: jamás tomaras nada en serio en cuestión del amor. Y lo demostraste cuando apareció él, sabes de quien hablo, lo llamare "David", las demás referencias están de sobra. Preferiste a una persona virtual, intangible, y no te ilusiones, jamás de los jamases, conocerás a esa persona en realidad, porque te puedo asegurar que él, como tú lo hiciste conmigo, jamás te tomara en serio, porque tú para él solo eres un juego, una diversión, un pasatiempo, no significas nada para él.
¿Sabes? te consideraba una persona más inteligente, pero no lo eres, porque con unas simples palabras que encubren la verdadera realidad, un simple te amo, y unas cuantas palabras de cariño, te convencieron de que él existe, ni siquiera sabes de que sea real su existencia, ¿o si? Si la respuesta es afirmativa, es muestra de que has caído en su trampa, de que eres su juguete.
Tengo evidencias de que lo conociste en febrero, y que tuviste conversaciones muy estrechas. Pero eso no es lo que importa aquí, lo que interesa es saber por qué lo aceptaste como tu novio virtual, aun sabiendo que tú y yo éramos más que eso, 6 de mayo fue ese suceso lo siguiente es una extracción de esa conversación:
-"David": 06/05/2015 20:57 Vamos seamos algo. Te prometo que no pasara nada malo... yo me siento sólo, quisiera pensar en alguien · 

-TU: 06/05/2015 20:58 Yo igual y ya pienso en alguien pero qué más da Hmmm Okey acepto andar contigo que puedo perder ¡Pero prometes ser discreto plis sí! · 

-"David": 06/05/2015 20:59 Jajajaja claro que si ¡huy será una gran aventura....! · 

-TU: 06/05/2015 21:00 !Si! me encantan los misterios jajajaja · 

-"David":06/05/2015 21:03 Que padre terminaras enamorándote de mi...

¿Cómo pudiste? Si lo hiciste de manera virtual, cuanto más en la vida real. Queda claro que no vales la pena. Cuatro días ante de nuestro primer mes. Esa es la verdadera razón por la cual escribí la tercera carta, en realidad solo recibirías dos cartas el 8 de mayo, la tercera fue un escrito improvisado, tal vez incluso sin sentido, porque oculte la verdad con palabras falsas, tragándome el odio, el coraje, la rabia que sentía,  al enterarme que me habías cambiado por alguien inexistente; que jamás tendrás a tu lado, por mucho que él te convenza con sus palabras falsas, ninguna será verdad.



Por fin ocho de mayo, dos días antes de nuestro primer mes, día difícil, estoy en un gran dilema ¿entregarte la carta o seguir como si nada hubiera pasado? claro que no, no permitiría que nadie se burlara de mi... que jugara conmigo, que me viera la cara de tonto, (porque tal vez la tenga, pero no soy ningún tonto), día largo, pero por fin habíamos salido de la escuela, te alcance, para platicar, y así fue, caminamos hacia la base del transporte, te sentaste en la banca, yo lo hice a tu lado, tenías en tu mano una cubo de papiroflexia, escribiste algo en sus borde, y me lo entregaste, en ese momento, se me vino a la mente la tercera carta, ¿entregártela o no hacerlo? una gran duda, porque tal vez si me amabas, y por eso me dabas esa lindo detalle, pera convencerme de tus sentimientos. ¿Pero como olvidar el pequeño detalle, de tu traición virtual? ¿Estaba exagerando al tomar la decisión?, ¿me estaba apurando al no poderte perdonar?  Eran algunas preguntas que me recorrían en la mente cuando preguntaste -¿por qué estás tan inquieto?- aún recuerdo la respuesta un poco torpe -es que soy un poco desesperado y el transporte ya se tardó en llegar- realmente aparecía león encerrado, me movía de un lado a otro como si no supiera que hacer; pero es que no sabía qué hacer.
Recuérdame, ¿ese día comíamos una paleta de hielo? creo  que sí, tú las habías comprado. Mi cabeza estaba a punto de estallar, no sabía que decisión tomar.
Me senté a tu lado y te dije, tengo algo que entregarte, saque las cartas, una de ellas era hacha a manos con recortes de periódicos y revistas, la segunda era escrita a computadora, ¿te explique porque a computadora? sí, siempre lo hago, la tercer carta te dije que no sabía si entregártela o no, tu dijiste -toma, si quieres no- realmente no sabía que pensabas que decía esa carta. Te dije que no, que te la quedaras. El transporte llego, tenías que irte, te sonreí y te vi subir y vi cómo te alejabas y me retire, la decisión estaba tomada, no había marcha atrás...

CONTINUARA.